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Nos encontramos en día de hoy en la ciudad de las “Brisas”, para celebrar por primera vez la Sesión Solemne de Apertura del Año Judicial en este suelo peninsular; la oportunidad es propicia puesto que en el año que discurre la Península de Paraguaná será objeto de políticas socio-económicas en el sector comercial, turístico y petroquímico por parte de la administración nacional, estadal y municipal, para convertirla en un polo de desarrollo de capital importancia en el país. El poder judicial debe ir a la par de dicha planificación estratégica, puesto que con el desarrollo económico y turístico crece la demanda de la justicia y es responsabilidad impostergable de quienes detentamos las riendas del poder judicial garantizar un servicio de justicia moderno y eficaz, que al criterio del orador, dista mucho en alcanzarse, pero que se aproximaría con la adecuación final de la sede dada en comodato por PDVSA para el funcionamiento integral de los Circuitos Judiciales Civil, Laboral y de Protección, obra que no se ha consolidado por parte del Tribunal Supremo de Justicia y la Dirección
Ejecutiva de la Magistratura.
Hace días recibí una llamada de mi estimado magistrado Carlos Oberto Vélez, quien me manifestó su opinión sobre el que debería ser el contenido de este discurso, puesto que no se podía dar la espalda a la realidad del país so pretexto de rendir cuentas de la gestión; el efecto de la llamada fue la reestructuración completa de estas palabras.
Al volver los ojos hacia la situación de la justicia recordé lo referido por mi en las palabras de inauguración de los Tribunales del Trabajo en esta misma ciudad, el pasado 23 de Diciembre de 2.004, cuando nos acompañó el actual Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, discurso éste publicado en la página web: tsj.falcon.gov.ve. Allí me referí a la necesidad urgente de revisar a la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, a la Inspectoría General de Tribunales, la Escuela Nacional de la Magistratura y las Direcciones Administrativas Regionales, cambios que deberían ser liderizados desde el recién conformado Tribunal Supremo de Justicia; al día de hoy mis ansias han empezado a colmarse, vislumbro una voluntad de cambio, cristalizados, entre otros, por los siguientes hechos:
1. Con satisfacción veo que la nueva Sala de Casación Penal dejó a un lado la “silla Lictora” y fiel al pensamiento del pensamiento del insigne procesalista Humberto Cuenca quien sentenció que: LOS JUECES DEBEN DESPRENDERNOS DE NUESTRAS MANOS ADIPOSAS ENGUANTADAS, PARA PERMITIR EL CONTACTO DIRECTO CON EL DOLOR Y EL DRAMA HUMANO QUE PALPITA EN CADA UNO DE LOS EXPEDIENTES; de modo que emergieron dos grandes líderes. El magistrado doctor Eladio Aponte Aponte, Presidente de la Sala de Casación Penal, quien no dudó ni un instante en apoyar la solicitud de la Presidencia de Circuito de Falcón para la constitución del Consejo Judicial Penal, cumbre consolidada el día de ayer, lo cual permitirá unificar el funcionamiento de los Circuitos Judiciales Penales, revisar constantemente el rendimiento de los mismos y sincerar la elaboración de los presupuestos en base a criterios de moderna gerencia y no al manejo de un precario fondo de comercio. Por su parte el magistrado doctor Héctor Coronado, Vicepresidente de la Sala de Casación Penal, por primera vez en la historia de la justicia venezolana, lo hemos visto recorriendo las Cárceles del país y formando parte de una Comisión Presidencial para revisar la situación penitenciaria.
2. Por otra parte, he visto aciertos por parte de la Comisión Judicial en la suspensión de jueces complacientes con el narcotráfico y a espaldas del interés nacional.
3. La Escuela Nacional de Magistratura ya está recabando las listas de los jueces que optarán por la titularidad y de los jueces superiores titulares que formaremos parte del componente docente que los capacitaran.
4. Por otro lado, he vivenciado que la Inspectoría General de Tribunales abandonó aquella práctica que requería la acumulación de un gran número de denuncias en un Estado para el traslado de los Inspectores, por razones presupuestarias, política que ha supedita la pulcritud de la justicia por criterios de economistas alejados de los más simples criterios de los principios rectores de la justicia consagrados en el novel texto constitucional; los economistas y los administradores no pueden gerenciar el poder judicial, puesto que desconocen cuál es la Visión y Misión de nuestra corporación.
5. Por su parte, en la Dirección Ejecutiva de la Magistratura se están produciendo revisiones que cuyos resultados no se harán esperar.
Todo lo anterior devela una voluntad en pro a la mejora del servicio de justicia, pero no debemos olvidar que ese fin solo se logrará a mediano plazo, no se cuenta con varitas mágicas, pero si del deseo invaluable de consolidar las muchas fortalezas alcanzadas y de corregir las debilidades; por ello los componentes del poder judicial debemos reeditar el juramento hecho por el hombre de las Américas en el monte Sacro en 1.805, y en este magno ateneo debemos jurar ante este auditorio, ante el todo poderoso y la patria, que no daremos descanso a nuestros brazos ni reposo a nuestras almas, hasta lograr la calidad de justicia que merece este pueblo libertador.


Abogado Rangel Alexander Montes.

Muchas Gracias.

Punto Fijo, 17 de marzo de 2005
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